Vamos hacia el encuentro de “Dulcinea del Toboso, la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad”. Estas son algunas de las palabras que don Quijote dedica a su eterna enamorada, al mito que creó: Dulcinea del Toboso.

El Toboso existe y de hecho puedes visitar la Museo Casa de Dulcinea, que recrea un caserón manchego del siglo XVI. Dice la tradición que esta fue la casa de Ana Martínez Zarco de Morales (“dulce Ana”), en la que se inspiró Cervantes para el personaje de Dulcinea. Además, en la plaza Mayor, encontrarás el monumento que El Toboso dedicó a Dulcinea y su enamorado.

Seguimos nuestro recorrido y en el horizonte divisamos los famosos molinos de viento o “los gigantes contra los que luchaba Don Quijote”, porque allí te esperan sus famosos molinos de viento, que al parecer fueron los que realmente inspiraron a Cervantes para las aventuras de don Quijote.

Continuamos hacia Alcázar de San Juan, que ha hecho a Cervantes hijo predilecto y donde la propia localidad reivindica que fue bautizado (en la Iglesia de Santa María la Mayor). Te encantarán sus molinos de viento y sus calles llenas de historia en las que te puedes imaginar cómo era la vida de los antiguos hidalgos.

Recomendamos degustar en alguno de los pueblos lo platos típicos manchegos: gachas, migas o duelos y quebrantos.